Sabemos que entre nuestros clientes tenemos grandes amantes de los vinos así que pasamos a reproducir un interesante artículo para hablar un poco mejor de vinos.
Si quiere dejar boquiabiertos a sus
invitados, pruebe a decir alguna de estas frases que, acompañadas de su
traducción al lenguaje común, pueden ayudarle a crearse una imagen de
experto en vinos sin serlo.
No. 1 “A los vinos españoles les sobra madera”
Esta frase le hará quedar bien si además subraya que está citando a
Robert Parker, controvertido gurú de los vinos estadounidense. La dijo
aunque se le acusa de privilegiar el roble en su famoso sistema de
notación en 100 puntos. El vino se conserva en recipientes de madera, y
el contacto con ella influye en su color, su sabor y su olor. No todas
las maderas son iguales. La más utilizada es el roble en dos variedades:
roble francés y roble americano. En España se suelen utilizar barricas
de maderas muy nuevas y tostadas. El primer año, el vino tiene una alta
exposición a los taninos, las sustancias responsables del amargor.
Xavier Ayala, presidente de la Associació Catalana de Sumillers lo
resume así: “Mucho sabor a madera quiere decir que sobra paso del tiempo
en barrica”.
No. 2 “La barrica envejece al vino y el vino a la barrica, por eso no es lo mismo madera nueva que vieja”
El primer año, el vino tiene una alta exposición a los taninos, las
sustancias responsables del amargor. Las barricas más viejas pierden su
capacidad de aportar taninos. La edad de la barrica es una elección
personal de la bodega y depende de la clase de vino que se quiera
elaborar. Según su estado, puede llegar a destrozar un vino, por lo que
tiene un papel fundamental. “Pones un vino en barrica para darle
estructura. A partir del tercer año, los taninos están más pulidos y ya
no se notan tanto”, explica Ayala.
No. 3 “Decir que el vino es afrutado es una obviedad”
Es habitual entre los profanos calificar el vino como “afrutado”. Pero…
¡todos los vinos lo son! “El vino está hecho de mosto de uva, es normal
que huela a fruta”, explica Meritxell Falgueras, sumiller y periodista.
Por tanto, es una redundancia. La clave está en encontrar qué clase de
fruta predomina. “Es imposible saber si es mango o piña. Pero podemos
decir que son frutas exóticas”. El cerebro trabaja por analogías, por lo
que si nunca hemos probado el cassis, difícilmente vamos a encontrarlo
en el vino. Sólo nos vendrán gustos que nos sean familiares.
No. 4 “El vino no es más bueno cuando más viejo”
Es un lugar común, así que seguro que le da pie a arduos debates en la
mesa. Los vinos tienen un periodo de consumo óptimo, están vivos, por lo
que pierden su frescura y se oxidan con el tiempo. “Por mucho que
guardes un vino joven nunca se convertirá en un gran reserva, sino en
vinagre”, asegura Falgueras. Blancos y rosados tienen una vida más corta
que los tintos. El tiempo de envejecimiento sirve para clasificar los
vinos (ver glosario). La vida de un cava o de un champán ronda los dos
años, excepto los Millésimés y los cavas gran reserva, que aguantan
muchos años en buenas condiciones.
No. 5 “La complejidad del vino la da el coupage”
Para saber de vinos primero debe saber francés. El coupage es el arte
de mezclar variedades de uva a la hora de elaborar un vino. En el Viejo
Continente es una práctica habitual y clásica, por ejemplo, de Burdeos.
Sólo se indica en la etiqueta si no hay ninguna variedad que alcance el
85%. Si por el contrario predomina alguna de ellas y alcanza o supera
este porcentaje, hablamos de vinos monovarietales. “Es como trabajar en
equipo –explica Falgueras–: puedes crees que te bastas tú mismo o que
necesitas alguien que te complemente. Hay variedades que por la
climatología o el terroir van bien solas, otras necesitan un
complemento”. Es el caso del cava: aunque los hay monovarietales, en su
mayoría son una mezcla de macabeo, parellada y xarel·lo.
No. 6 “Para saber si un cava está fresco hay que fijarse en la fecha de degüelle”
El champán y el cava pueden estar elaborados a partir de cosechas de
distintos años. Por eso no siempre aparece la añada. Lo más importante
es la fecha de degüelle, es decir, cuándo se han quitado las levaduras,
se ha añadido el licor de expedición y se ha colocado el tapón
definitivo. “En los cavas artesanales se pone cada vez más la fecha de
degüelle, al contrario que en las grandes producciones industriales”,
revela Ayala. Recomienda, por tanto, bodegas pequeñas, porque son más
fiables. Si no hay fecha, debemos fijarnos en el tapón. Debe tener forma
de seta. Si al extraerlo, en cambio, tiene una forma de “t”, significa
que ese cava ya no es fresco. Normalmente, se debe consumir entre el año
y medio siguiente al degüelle.
No. 7 “En el vino es más importante el aroma que el sabor”
Los aromas retronasales se notan en la boca o una vez tragado el vino.
El olfato es el sentido más sensible, mucho más que el gusto. Los olores
que llegan por vía retronasal crean la ilusión de que están localizados
en la boca, por lo que muchos creen que, en realidad, es un sabor. La
complejidad de sensaciones que puede producir el vino son recibidas por
vía retronasal. El presidente de los sumilleres catalanes lo tiene
claro: “lo más importante pasa en la boca”.
No. 8 “Un vino joven nunca puede tener bouquet”
El bouquet, vocablo francés que significa ramo de flores se adquiere a
través del envejecimiento. Un vino joven apenas ha pasado tiempo en
barrica. Hay tres categorías de aromas: primarios (característicos de la
variedad de uva, suelen ser frutales, herbáceos o minerales),
secundarios (resultado de las fermentaciones, normalmente caramelizados)
y terciarios (el bouquet, los aromas que se han adquirido con la
crianza en barrica y la maduración en botella).
No. 9 “Prefiero variedades terpénicas como el riesling o el gewürztraminer”
Esta última la dejamos para los más osados y con don de lenguas. Una
variedad terpénica es la que se distingue muy rápidamente por su intenso
aroma floral. La uva riesling se cultiva principalmente en Alsacia y en
Alemania, donde es la responsable del llamado milagro del vino alemán.
Es un vino delicado y de moderada graduación alcohólica. Por su parte,
la gewürztraminer se destaca por su alto contenido de azúcar.
Vía: Cocina y vino (según ellos vía: La Vanguardia)
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